La abuela de Facundo Ferreira, el niño de 12 años víctima de gatillo fácil en Tucumán, se refirió a la impunidad de las fuerzas de seguridad. Criticó las versiones falsas que se instalaron para tapar la violencia institucional.

El jueves a la madrugada la policía de Tucumán disparó y asesinó por la espalda a Facundo Ferreira, un niño de 12 años que viajaba en moto con un amigo de 14 años. Aunque la versión oficial se excusó en un tiroteo luego se confirmó que hubo violencia institucional y que se trató de un nuevo caso de gatillo fácil. La abuela de Facundo, Mercedes Del Valle Ferreira se refirió a las horas que atraviesa la familia, en declaraciones a La Garganta Poderosa.
«Ya no me quedan lágrimas. Nos destrozaron la vida», afirmó Ferreira en una carta que escribió. «El Negro era un niño maravilloso, lleno de amistades, que no tenía problemas con nadie. Y anteayer a la madrugada, a pocas horas de su primer día en la secundaria, lo mataron, me lo mataron», lamentó la abuela de Facundo. «Tenía 12 años: 12 años, tenía, ¿entienden? Un niño, hermanito de otras dos niñitas, de repente pasó a estar en el hospital Ángel Padilla, tirado en un rincón, con la cabeza destrozada. Era una criaturita, mi criaturita», detalló.
Ferreira se preguntó «¿Cómo se hace? ¿Cómo hacemos? ¿Quién se lleva este dolor?». Criticó la «infinidad de historias falsas, circulando por internet o televisión». También remarcó que «nada hubiera justificado lo que hicieron» aunque aclaró que su nieto «no robaba, ni manejaba un revólver, como inventa la Policía». Detalló que «había terminado la primaria en la escuela Miguel Lillo con muy buenas notas y estaba por arrancar su nuevo ciclo en la ENET Nº5. Ya tenía todos los útiles, la mochila preparada y su ropa lista. Es más, acabábamos de comprar unos zapatos que no le gustaban para nada, pero los necesitaba para arrancar el colegio». Agregó que Facundo vivía con ella y con sus tíos, en el barrio Juan XXIII, conocido como Villa Bombilla, en Tucumán.
«El miércoles a la noche, Facu salió en moto con Juan, un amigo dos años más grande, para ir a ver las picadas en el Parque 9 de Julio, como es común acá entre los changos. Al regresar, pasada la medianoche, unos uniformados les dispararon a quemarropa, así, ¡a quemarropa!», denunció Ferreira. «No existió ningún enfrentamiento», desmintió la primera versión oficial.
Señaló que en cuanto se enteraron salieron «corriendo al hospital, donde nos recibieron con mentiras los voceros arreglados con las Fuerzas. ‘Sufrió un accidente vial’, nos dijeron. Y minutos después, la tomografía nos anunció que había fallecido por el tiro de un arma 9 mm».
La abuela de Facundo denunció que la versión oficial «vino acompañada por un cordón policial, porque ‘íbamos a generar problemas’. Y entonces inmediatamente fuimos a la Comisaría Primera, donde nos dijeron que los agentes ya estaban detenidos». Reclamó que eran «dos mujeres y ellos un montón de hombres, apuntándonos con itakas».
Advirtió que la policía les ocultó información y que los sacaron violentamente de la comisaría. «Nos sacaron zamarreándonos de los brazos», precisó. «Ahora, el barrio está lleno de patrullas y, mientras dejo caer estas palabras como lágrimas, comienza una razia en la otra cuadra, bajo la mira de un helicóptero policial que sobrevuela la zona», exclamó.
«El 7 de mayo, Facu iba a cumplir 13. Y sí, soñaba ser como Messi, para poder comprarle una casa a su mamá, que vive en Santa Fe. Allá, él había jugado al fútbol en Unión de Sunchales y tenía pensado volver en unos meses. ¡No podrá! Me parece verlo ahora, jurándonos que algún día nos iba a comprar “una mansión, para poder vivir mejor”. Lo pienso y todavía no entiendo. ¿Cómo que no volveré a ver a mi nieto? ¿Cómo que no volverá a correr hasta mis brazos, gritándome «Pachona, Pachona»? ¿Cómo que lo mataron, si nunca nadie dijo nada malo de mi negrito? No puedo explicar lo que siento aquí, en el pecho. ¡No saben cuántos amigos tenía! No saben cuántos niños había en su entierro», reflexionó Ferreira entre impotencia y bronca.
En la búsqueda de justicia
«Ahora sólo nos queda luchar, yendo a Tribunales todos los días, caminando en los pies de todos ustedes, todas las veces que haga falta, porque nosotros no tenemos plata, pero tenemos dignidad», destacó Ferreira sobre el proceso de lucha que atraviesa a familiares y amistades en medio del dolor. «No entendemos y nunca podremos entender por qué hicieron lo que hicieron, pero no van a detenernos hasta que no se haga justicia, para que mi nietito pueda descansar en paz», avisó.
«Yo sigo llorando. No puedo parar. Siento un dolor inmenso, que ya no puedo calmar con sus abrazos», mencionó la abuela de Facundo. Aunque afirmó «te juro, mi negrito, que no voy a bajar los brazos».