Se realizó en la plaza Alvear una nueva edición del espacio de reflexión colectiva y reconexión con la cultura ancestral originaria de Abya Yala y afroamericana. Feria, talleres, ceremonia del fuego y llamada atravesaron la jornada.

Fotografía y producción audiovisual: Facundo Saavedra
Redacción: Mariano Osuna
La capital entrerriana vivió la edición 16 del Contrafestejo, un punto de encuentro con las raíces originarias que interpela y disputa la visión hegemónica sobre el despojo de tierras a comunidades ancestrales. Desde la mañana, la plaza Alvear de Paraná fue el escenario central de diversas actividades, como antesala a las tradicionales ceremonia del fuego y la llamada. La aparición con vida de Santiago Maldonado, el joven víctima de desaparición forzada luego de la represión de gendarmería a la comunidad Pu Lof en Chubut, fue una consigna presente y colectiva durante toda la jornada.
Cerca de las 10 hs, artesanos y emprendedores comenzaron a instalarse en la plaza de la capital provincial para visibilizar otras formas de producción. La Feria, que contaba con una diversidad de propuestas, también es una forma de lucha y organización, porque atraviesa la construcción de las comunidades, la soberanía alimentaria, la agroecología, la reutilización de materiales, el cuidado de la tierra y la producción artesanal. Ahí hay un posicionamiento político y la búsqueda de la hermandad en el rescate histórico de la vida cotidiana de nuestras raíces ancestrales.
Pasado el mediodía fue el turno de los talleres, iniciativas vivenciales y de conversación colectiva, sobre temáticas urgentes en su recorrido diario. La simbología charrúa, a través de la intervención de la comunidad Onkaijumar, fue uno de los tres ejes abordados en la previa de la llamada. La salud de las mujeres, el aborto, el derecho a decidir y el uso adecuado del misoprostol, fueron parte de otra de las propuestas encabezadas por Socorristas en Red, un grupo de mujeres que acompañan a otras mujeres en la decisión de abortar frente a la represión del Estado. Por su parte, la Tribu del Salto reflexionó sobre la situación de los arroyos en Paraná, sobre el cuidado del medio ambiente y el proceso sistemático de contaminación.

De manera simultánea a los talleres, distintos emprendedores y artesanos continuaron su intervención en la plaza Alvear, escenario diverso y plural que recuperó esas raíces que el genocidio intentó exterminar. Entre la reflexión y el debate, entre la restitución de derechos y los desafíos comunitarios, se escucharon los primeros tambores dando lugar a la «ceremonia del fuego» y el templado de cuerdas. Un rato después, el candombe litoral se transformó en la convocatoria final hacia la llamada, ese ritmo rebelde que se escuchó en África y en Montevideo a mediados del siglo XVIII.

Nada para celebrar: es un contrafestejo
La Yaguarona (Paraná), Las Dragonas Cuerda de Candombe (Paraná), La Conventillo Candombe (Paraná), Cambá Nambí -Santa Fe-, Macumbê – Mujeres Candomberas (Santa Fe), Candombe Hormiga Rosario, Candombe Amistad (Rosario), La Rikitonga Candombe (Buenos Aires), Bateria NN y el Rejunte Candombero, protagonizaron la llamada en el surgimiento de la segunda tarde del sábado en Paraná.

Un grito de lucha y de resistencia, que denunció en la palabra, además del canto y el baile, la avanzada de represión actual que sufren los pueblos originarios. La extranjerización de la tierra, el monocultivo, el despojo de tierras, la contaminación sistemática, la violación a la diversidad cultural, la exigencia de adhesión provincial a la Ley Nacional 26.852 y la aparición con vida de Santiago Maldonado, fueron las consignas que caracterizaron toda la jornada.
A la noche, entre gastronomía y contrahegemonía, un festival popular fue el cierre de doce horas de reclamos colectivos, de siembras eternas, de disputas inconclusas, de verdades rescatadas y de historias presentes en el antiguo barrio Tambor de la capital entrerriana.
