Organizaciones de mujeres, sociales y políticas se plegaron al reclamo de respuestas concretas. Hoy se realizará en Alderetes una nueva movilización desde plaza Urquiza, a las 18, hasta plaza Independencia.
“¿Sabe lo que es dirigirse a la Justicia? Es como llegar a un altar donde hay un santo y llorar para que le cumpla lo que le pide”. Ramón Garnica no da más. Hace nueve días que su hija no aparece. Hace nueve días que le ruega que la justicia y a la policía para que la busquen.
Daiana tiene 17 años y siete hermanos. Su familia es muy pobre. Ella no va al colegio. Trabaja como empleada, cama adentro, en la casa de un hombre con discapacidad. Entra los lunes y sale los sábados a la tarde. Y el 6 de mayo, como todos los sábados, empezó su franco a las cuatro y media. Tomó el colectivo y cuando bajó llamó a la mamá y le dijo que había comprado una tortilla para tomar mate.
El barrio Julio Abraham, de la localidad de Alderetes, tiene tres años de vida. Frente a la casa de los Garnica vive Darío Suárez, uno de los detenidos por la desaparición de la adolescente. Darío está casado y tiene dos hijos chiquitos que están siempre en lo de Daiana. Desde hace unos tres años, desde que se mudaron al barrio, los Garnica y los Suárez tienen amistad.
El sábado 6 de mayo Daiana llegó a su casa con la tortilla. Mientras su mamá le cebaba mate, recibió un mensaje en el celular.
– Hola loquita ¿todo bien?
Era Darío, desde su casa, enfrente, a 20 metros, que le pedía que saliera a la vereda porque le quería decir “unas cositas”.
Daiana salió y lo llamó. Cuando volvió a entrar a su casa, contó lo que habían hablado. “Darío quiere que lo acompañe porque quiere comprarle un aire acondicionado a la madre de sorpresa, mamá. Lo voy a acompañar así, de paso, te compro los juguitos para el kiosco”, le dijo. La mamá de Daiana había escuchado la conversación. Ella estaba sentada muy cerca de la ventana desde donde despacha la mercadería. “Me dijo que no lo espere en la parada sino 100 metros más allá, donde está el hombre que vende las tortillas”, le contó.
El último arreglo antes del encuentro fue por mensaje de texto.
“Ya salgo”, escribió Daiana.
“Ok. Ahí voy”, contestó Suárez.
“Mi hija nunca llegó al negocio de los juguitos”, le contó a Cosecha Roja Ramón Garnica. “Yo estaba en otro lado, en Villa Carmela. Mi ex señora le dijo a Joel, mi hijo mayor, que había escuchado que Darío había llegado a su casa. Que por favor le preguntara por Daiana”.
Joel se entretuvo unos minutos antes de cruzar y cuando lo hizo Darío Suárez ya se había ido a la ladrillera en la que trabaja, un lugar conocido como El Tabique. Joel se fue hasta allí.
– Hola Darío. ¿Daiana dónde quedó?
– Daiana no fue conmigo, le contestó el vecino.
Joel le reclamó y Suárez le mostró el celular. “¿Ves que no tengo ningún mensaje de tu hermana?”. Pero Joel había llevado el celular de la Daiana. Ella lo había dejado cargando en la casa. Ahí estaban todos los mensajes que Suárez, evidentemente, había borrado.
“Papá, Daiana se perdió. Me voy a la comisaría. Suárez está mintiendo”, llamó a su padre.
Joel y Ramón comenzaron un peregrinaje que recién fue atendido el domingo a la noche. Empezó por la comisaría de Alderetes: “Mi hija desapareció, se fue con el vecino y el vecino se fugó”. Luego siguió por La Banda para después volver a Alderetes. Cansados, padre e hijo fueron a la ladrillera. Llegaron y había varias personas, todos familiares de Suárez.
– Darío no está. Fue al baño, espérenlo por acá, le mintió la suegra.
Suárez nunca apareció. Más tarde la mujer le dijo a Ramón Garnica que lo había notado raro a su yerno. Que se iba detrás del horno y hablaba por celular. Que iba y volvía.
El domingo, la denuncia todavía no había llegado a la fiscalía. Desde la Fundación Marita Verón presionaron y finalmente apareció una orden para que la policía apagara el fuego del horno de la ladrillera y secuestrara lo que hubiera adentro: “Es mejor que a Suárez lo salga a buscar usted”, dijo Ramón que le dijeron por lo bajo.
Finalmente a Suárez lo detuvo la policía junto a otras 11 personas: sus hermanos, su pareja, la suegra, una prima, el dueño y otros trabajadores de la cortadora de ladrillos, todos sospechados de encubrimiento de la desaparición de Daiana Garnica.
El pedido de aparición con vida de Daiana ya es un reclamo popular. Hubo cortes de ruta frente al barrio, manifestaciones en Alderetes, marchas frente a Tribunales y frente a Casa de Gobierno. Hasta un piquete en la intersección de Ejercito del Norte y Francisco de Aguirre. Organizaciones de mujeres, sociales y políticas se plegaron al reclamo de respuestas concretas. La municipalidad de Alderetes ofreció una recompensa de 30.000 pesos. Mañana, martes 16 de mayo, habrá una nueva movilización desde plaza Urquiza a las 18 hasta plaza Independencia.
Fuente: Cosecha Roja